El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha desempolvado la caja de Pandora, incitando las llamas de un ambiente mediático ya incendiario. Con un desfile de autocompasión y acusaciones, el presidente arroja sombras y niebla alrededor de sus decisiones, jugando una melodía victimista que resuena más fuerte cada vez.
«La ley del ‘solo sí es sí’ es una buena ley que protege a las mujeres«, sostuvo el presidente. Su defensa de esta ley, una criatura nacida del Ministerio de Igualdad que preside Irene Montero, se produce después de una sucesión de acontecimientos más tumultuosos que las olas del Cantábrico. Seis meses después de su aprobación, la ley tuvo que ser modificada. Fue un error grave, una equivocación que permitió a más de cien violadores y pederastas recobrar la libertad y la reducción de más de mil condenas. «Asumí la responsabilidad de reconocer ese error y de votar para subsanarlo. Lo que no podemos aceptar es que se banalice y se den pasos atrás en este asunto«, dijo Sánchez, apuntando a los acuerdos del Partido Popular con Vox.
El presidente Sánchez tuvo su particular duelo con la periodista de ‘El programa de Ana Rosa’, a quien acusó de fomentar el «linchamiento mediático». «Se han sobrepasado todas las líneas rojas. Se ha dicho que soy un soberbio, un prepotente, un golpista y un obseso del Falcon. Hasta filoetarra, con lo que ha significado la violencia de ETA para el PSOE. Una cosa es la opinión y otra son los hechos. No se pueden confundir«, se defendió Sánchez. ¿No es acaso este el mismo hombre que cambió su tono con los independentistas y con Bildu? ¿No fue este quien formó una alianza con Podemos?
El espectáculo de cambio de opiniones del presidente Sánchez no termina aquí. «He cambiado de opinión, pero no he mentido como sí ha hecho Feijóo aquí ayer. En Cataluña yo he cambiado de opinión y lo he hecho por la convivencia. Ahora se respira convivencia y ya no es un problema para los españoles«. En un tono irónico, Sánchez se muestra orgulloso de su inconsistencia.
Sobre la economía, la sinfonía de Sánchez sigue en clave alta: «¿Estamos perfectamente bien en la economía? No. ¿Estamos mejor que hace cuatro años? Sí. Somos la principal economía europea creciendo. Estamos creciendo por encima del dos por ciento este año. Rozando los 21 millones de afiliados a la seguridad social. ¿Sabe cuánto se ha reducido la tasa de empleo juvenil? En seis puntos, aunque sigue siendo alta. Venimos arrastrando males desde hace décadas y hay que ponerles remedio«. Se alza como el paladín de la economía, solicitando el apoyo de los españoles para continuar su mandato.
Las proclamaciones del presidente Pedro Sánchez resuenan como un canto de sirena en un mar agitado. Un canto que encanta, adormece y confunde. Pero ¿Dónde está la verdad en medio de todas estas palabras?