Bruselas se enfrenta a una ola de violencia que les ha llevado a su peor situación de seguridad: el número de delitos cometidos en la principal estación de tren ha aumentado en los últimos meses, con robos, extorsiones y delitos relacionados con drogas que ponen en peligro la seguridad de los ciudadanos.
Esta tragedia se refleja en los datos estadísticos de la policía, a los que los medios de comunicación han tenido acceso. La noticia, publicada en una fuente policial oficial, anuncia casi una quinta parte de aumento en el número de delitos desde el año pasado. Así, los robos aumentaron en un 38% en el último año, las amenazas y extorsiones en un 35%, y las violaciones relacionadas con la venta de drogas en un 10%, respecto a los años anteriores.
Los ciudadanos de la ciudad, especialmente los más vulnerables, se ven afectados por esta situación de inseguridad y preocupados ante la posibilidad de un empeoramiento. “Los residentes están siendo víctimas de esta ola de violencia sin fin”, dijo una activista de la ciudad que prefirió ocultar su identidad. «No me siento seguro cuando uso la estación, siento que puedo ser víctima de robo en cualquier momento».
Los sindicatos también han protestado por esta situación, pidiendo un alarmante límite para la criminalidad y una gran inversión en el presupuesto de seguridad. El portavoz del sindicato de policía, François de Rondel, aseguró en entrevista que es necesario «más patrullas policiales, más policías, más equipos de choque para combatir la situación actual y lograr una estabilidad social».
El gobierno de Bruselas no ha comentado nada sobre esta situación de violencia ni sobre las propuestas de los sindicatos, aunque ha optado por iniciar una campaña de sensibilización para invitar a la población a cooperar para lograr la seguridad de la estación.
Para combatir la delicada situación actual, la policía ha reorganizado oficialmente su equipo de seguridad, comprometiéndose a reforzar las herramientas de vigilancia y detección para ayudar a mejorar la seguridad en la estación. Pero esto no basta para evitar que Bruselas sufra las consecuencias de una criminalidad que no para de crecer.