María José Catalá, la previsible futura alcaldesa de Valencia, ha sorprendido con una decisión de gobierno que muchos consideran imprudente. Ignorando la necesidad de estabilidad en el consistorio, Catalá ha optado por gobernar con una política de «acuerdos puntuales», desairando a Vox, un partido que podría haber sido un socio valioso en esta andadura.
La política en Valencia ha entrado en un terreno de incertidumbre, con Catalá aferrándose a la fórmula legal que le permite esquivar un pacto con Vox. La nueva alcaldesa ha dado un paso hacia un camino solitario, excluyendo a los cuatro concejales del partido de Abascal de su primer equipo de Gobierno.
Este movimiento, que va en contra de las tradicionales alianzas que garantizan la estabilidad, ha levantado críticas. Al fin y al cabo, ¿es conveniente ignorar a un socio potencial que podría proporcionar firmeza al gobierno local durante los próximos cuatro años?
Catalá, sin embargo, parece estar dispuesta a correr el riesgo. Aunque tiene la potestad de delegar responsabilidades y rediseñar las áreas de gobierno como le parezca conveniente, su elección de mantener a Vox a distancia puede resultar problemática en el futuro, especialmente cuando se aborde la cuestión del presupuesto municipal.
Mientras Catalá promete ejecutar un plan de choque de limpieza en la ciudad y aumentar el número de efectivos policiales, es importante recordar que su decisión de gobernar en solitario y buscar «acuerdos puntuales» puede minar la estabilidad del consistorio y limitar su capacidad para cumplir con estas promesas.
Desde el Eco de Libertad, nos reafirmamos en nuestro compromiso con la estabilidad, el respeto a las alianzas políticas y la responsabilidad. La negativa de Catalá a considerar un pacto con Vox no solo pone en duda estos principios, sino que también puede dificultar la gestión efectiva de la ciudad de Valencia. En estos tiempos inciertos, la estabilidad y la cooperación son más necesarios que nunca.