El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha lanzado una advertencia sobre el impacto transformador de la inteligencia artificial (IA) en el mercado laboral, especialmente en los países avanzados. Según un estudio realizado por los economistas del FMI, se prevé que la IA afectará al 60% del empleo en Occidente, provocando una significativa reestructuración en el mundo del trabajo.
La IA, al igual que tecnologías disruptivas anteriores como la máquina de vapor o los ordenadores, se encuentra en una etapa de desarrollo inicial que implica tanto la destrucción como la creación de empleo. Este fenómeno, descrito por el economista Simon Kuznets, sugiere que, aunque inicialmente la IA pueda generar desempleo y malestar social, a medio plazo podría resultar en un incremento general de la riqueza y la prosperidad.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ha señalado que la revolución tecnológica impulsada por la IA podría aumentar la productividad y el crecimiento global, pero también tiene el potencial de reemplazar empleos y profundizar la desigualdad de ingresos. El estudio revela que casi el 40% del empleo mundial está expuesto a la IA, con un impacto más significativo en los trabajos de alta cualificación, característicos de las economías avanzadas.
En las economías desarrolladas, se estima que alrededor del 60% de los empleos podrían verse alterados por la IA. Mientras que la mitad de estos empleos podrían beneficiarse de una mayor integración de la IA y una mejora en la productividad, la otra mitad podría experimentar una reducción en la demanda laboral, lo que llevaría a salarios más bajos y una disminución en la contratación. En algunos casos, ciertos puestos de trabajo podrían incluso desaparecer.
Además de los cambios en el mercado laboral, la IA podría afectar la distribución de ingresos dentro de los países occidentales. Podría haber una polarización en los tramos de ingresos, donde los trabajadores que se adapten y aprovechen la IA verían
un aumento en su productividad y salarios, mientras que aquellos que no puedan hacerlo podrían quedarse rezagados. Georgieva señala que la IA podría ayudar a los trabajadores menos experimentados a mejorar su productividad más rápidamente, pero para los trabajadores de mayor edad podría ser más difícil adaptarse.
La desigualdad de ingresos podría agudizarse aún más si la IA complementa significativamente a los trabajadores de altos ingresos, aumentando desproporcionadamente sus ingresos laborales. Además, las empresas que adopten la IA podrían ver incrementados sus rendimientos de capital, favoreciendo también a las personas con mayores ingresos. Estos fenómenos podrían exacerbar la desigualdad, tanto dentro de los países como entre diferentes naciones.
El informe del FMI sugiere que mientras las economías avanzadas se enfrentan a mayores riesgos derivados de la IA, también cuentan con más oportunidades para aprovechar sus beneficios. Por otro lado, en los mercados emergentes y países de bajos ingresos, donde la exposición a la IA es menor, el impacto inicial podría ser menos perturbador. Sin embargo, la falta de infraestructura y mano de obra cualificada en estos países aumenta el riesgo de que la tecnología pueda agravar la desigualdad entre las naciones a largo plazo.
Georgieva enfatiza la importancia de que las economías avanzadas prioricen la innovación y la integración de la IA, desarrollando al mismo tiempo marcos regulatorios sólidos. Hasta ahora, la
Unión Europea ha sido pionera en la creación de regulaciones para la inteligencia artificial, aunque estas medidas han recibido críticas variadas. Esta situación destaca un contraste global: mientras algunas regiones lideran en innovación y desarrollo tecnológico, otras se centran en establecer marcos reguladores.
En resumen, el FMI subraya la necesidad de que los países implementen políticas proactivas para abordar los desafíos planteados por la IA. Esto incluye el establecimiento de redes de seguridad social integrales y programas de reciclaje profesional para los trabajadores afectados, con el fin de hacer la transición hacia la IA más inclusiva y equitativa. Solo así se podrán mitigar las posibles tensiones sociales y asegurar que los beneficios de esta revolución tecnológica sean compartidos por toda la sociedad.