Con la abrupta sutileza de un golpe de estado silencioso, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Qin Gang, ha sido destituido. Al parecer, el leal funcionario de Xi Jinping, presidente de la República Popular China, ha sido súbitamente borrado del tablero político, un desvanecimiento que se materializa en un espacio de más de tres semanas sin aparecer en público, alimentando de este modo las especulaciones acerca de su futuro.
Las revelaciones de la cadena estatal CCTV desvelan que el sustituto de Qin no será otro que Wang Yi, su predecesor en el cargo. Aparentemente, el regreso de Wang señala un giro inesperado en la política exterior china, aunque es difícil desentrañar los motivos ocultos que han desencadenado tal acción.
No se ha ofrecido ninguna explicación para la inesperada destitución de Qin, quien asumió el cargo de ministro de Asuntos Exteriores apenas en diciembre pasado. Qin, de 57 años y antiguo embajador en Estados Unidos, experimentó una rápida promoción cuando Xi estaba formando un nuevo equipo el año pasado.
Durante los últimos meses, las contrapartes occidentales de Qin habían empezado a forjar una relación laboral con él. Entre los diplomáticos que habían mantenido encuentros con Qin en Beijing se incluyen Antony Blinken, secretario de Estado de los Estados Unidos, Annalena Baerbock, ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, y su homólogo holandés, Wopke Hoekstra.
Las primeras señales de la desaparición de Qin se dieron cuando Beijing canceló una visita del jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, a principios de este mes. Los diplomáticos de la UE fueron inicialmente informados de que el funcionario chino había dado «positivo» por coronavirus.
Si bien el puesto de ministro de Asuntos Exteriores es crucial para el compromiso externo, no es el rol más importante en el sistema diplomático chino. Wang, de 69 años, quien fue reappointado el martes, ha sido director de la Comisión de Asuntos Exteriores del Partido Comunista mientras también servía como miembro del Politburó, lo que esencialmente lo convierte en el diplomático chino de más alto rango.
Inicialmente, se especuló que Qin sería reemplazado por el viceministro de Asuntos Exteriores, Ma Zhaoxu, o por Liu Jianchao, jefe del Departamento de Enlace Internacional del Partido Comunista. Sin embargo, ninguna de estas posibilidades se materializó, subrayando la preferencia de Beijing por la continuidad.
Por ahora, Qin parece retener el título de Consejero de Estado. Beijing inicialmente dijo que estaba ausente de eventos diplomáticos clave debido a «razones de salud». Sin embargo, la sombra de la duda sigue planeando. La desaparición de un funcionario de alto rango de la escena pública por «razones de salud» puede ser la cortina de humo perfecta para ocultar intrigas políticas más profundas. La opacidad de la política china en este aspecto solo sirve para alimentar la especulación y el misterio.
Los engranajes del poder chino siguen girando, con un cambio sorprendente en su diplomacia exterior. Este suceso nos recuerda la necesidad de permanecer vigilantes ante las movidas silenciosas de las altas esferas de poder en el ámbito político global.