Durante años, la cultura ha sido considerada como un territorio exclusivo de la izquierda, como si la creatividad, el arte y la literatura fueran monopolio de una sola ideología. Sin embargo, es fundamental comprender que la cultura es un bien común, un patrimonio de todos, que no entiende de barreras ideológicas ni de prejuicios.
La batalla cultural que debemos enfrentar hoy en día no es una simple cuestión de derechas o izquierdas, sino de la libertad de pensamiento y de la diversidad en nuestras manifestaciones artísticas. Es imperativo que la ciudadanía deje atrás los complejos y entienda que cualquier persona, independientemente de su posición política, tiene derecho a disfrutar y participar en eventos culturales.
La polarización ideológica en la cultura no solo empobrece nuestra capacidad de diálogo y entendimiento, sino que también pone en peligro la pluralidad y la riqueza de nuestras expresiones artísticas. No podemos permitir que los ayuntamientos, por sesgo ideológico, cancelen obras o directamente no las contraten, perpetuando una España gris, opresiva y limitante.
La España que anhelamos es una nación libre y rica en cultura, donde cada individuo tiene la oportunidad de explorar y descubrir nuevas perspectivas y visiones del mundo. Esta lucha cultural es, en última instancia, una guerra por la libertad, la tolerancia y la convivencia en un país que se enorgullece de su diversidad y de su capacidad para crecer y evolucionar.
Es hora de romper con los estereotipos y los prejuicios que han relegado a la cultura conservadora a un segundo plano. Reivindiquemos el papel de la derecha en la cultura, demostrando que el arte, la literatura y la creatividad no tienen dueño ni color político. Hagamos frente a la polarización y la censura, apostando por una España en la que la libertad de expresión y la diversidad cultural sean pilares fundamentales de nuestra convivencia y progreso.
Ganar esta guerra cultural implica abrir nuestras mentes, derribar barreras ideológicas y fomentar la creación de espacios de encuentro y diálogo en los que la cultura sea un reflejo de la pluralidad y riqueza de nuestras ideas y convicciones. Solo así lograremos construir una sociedad más libre, justa y tolerante, donde todos tengamos la oportunidad de disfrutar y contribuir al legado cultural que nos define como nación.