Estamos en medio de una tragedia que debería mover a la sociedad y a los gobernantes a la acción más urgente. Pero no, es una tragedia silente, una de esas que no hace ruido, que no despierta el espíritu de lucha sino que lo anestesia. Un informe del Banco de España publicado recientemente revela que durante la presente legislatura se ha incrementado en al menos 376.000 el número de hogares que no pueden hacer frente a sus gastos de alimentación, suministros básicos como la luz o el agua, alquiler de la vivienda principal y servicio de la deuda con todos sus ingresos.
Es esta la España real, la que sufre en silencio mientras la clase política se afana en debates estériles. Casi 1,7 millones de hogares que no pueden cubrir los gastos esenciales con su renta bruta total. Una desgracia oculta tras los porcentajes y las estadísticas, que nos hablan de un incremento del 7% al 9% del total de familias desde 2020.
«La inflación es uno de los peores males de la economía. Todos salimos mal parados, pero especialmente los hogares que tienen menor capacidad para defenderse del proceso inflacionista«, afirma Javier Andrés, Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y uno de los mayores expertos de España en macroeconomía.
El mismo informe del Banco de España señala que este sensible y preocupante incremento en el número de familias en situación extrema se debe al incremento de los precios y al encarecimiento crediticio. ¿Dónde están las voces de alarma en el Gobierno? ¿Por qué este incesante golpeteo a los más desfavorecidos no provoca un grito generalizado de indignación?
«Que la inflación haya estado tan concentrada en productos básicos ha provocado que familias que no estaban en una situación boyante, estén ahora en ese 9% que apunta el Banco de España«, insiste José García Montalvo, doctor en Economía por la Universidad de Harvard. «El PIB va bien, está creciendo, pero el consumo no se recupera, esta cayendo, y ese crecimiento económico se debe en gran medida a las exportaciones», ahonda el también catedrático de Economía Aplicada de la Pompeu Fabra.
Parece que vivimos en una realidad paralela, donde las cifras de crecimiento del PIB se celebran con júbilo mientras que las familias son empujadas al borde del precipicio económico. Un país que no protege a los más vulnerables está destinado a la fractura y la desintegración.
En palabras de Javier Andrés, «Por eso los macreconomistas somos tan pesados con la inflación. Si con una inflación acumulada del 15% o 16% ha ocurrido esto, imagine cuáles habrían sido los efectos con una inflación anual del 20%. Y aunque la inflación se contenga, los precios ya se quedan en ese nivel al que han repuntado». Palabras que destilan la gravedad de la situación, un llamado a la acción urgente.
El Banco de España estima que los hogares en una situación especialmente frágil alcanza ya el 4,1% del total, lo que significa que hay un total de 771,000 familias en esa situación. No podemos permitirnos mirar hacia otro lado. Nuestros principios, la defensa de la unidad familiar y la protección de los más vulnerables, nos instan a luchar por una solución. Este es el clamor de los que no tienen voz, un llamado a despertar del sueño complaciente y enfrentar la realidad con valor y determinación.