En un país donde la mayoría de los partidos políticos eligen mantenerse en silencio ante la ola de «violencia extrema» que asola las calles de Francia, Vox emerge como el valiente único. El partido de Santiago Abascal se adueña del debate político en nuestro territorio, mientras el resto del espectro político parece temer la reflexión necesaria que estos sucesos violentos desencadenan.
Frente a las voces que prefieren ignorar el problema, Vox retoma y refuerza su discurso contra la “inmigración ilegal” y el “fracaso del multiculturalismo” en suelo europeo. Los elementos centrales de su programa, a los que atribuyen la ola de violencia sin precedentes en las calles de las principales ciudades francesas. ¿Podría esta marea violenta alcanzar nuestras costas más pronto que tarde? En la opinión de Vox, la respuesta es un rotundo sí.
España, inmersa en la segunda campaña electoral nacional en menos de dos meses, observa con aprehensión los disturbios que desafían a las autoridades francesas. Sin embargo, en medio de nuestra propia carrera electoral, los partidos políticos nacionales apenas han emitido un suspiro sobre la crisis de vandalismo que supera incluso a la vivida en 2005 en los suburbios de París.
Santiago Abascal, valiente y sin miedo a la realidad que amenaza con convertirse en nuestro futuro, estima que los efectos de una inmigración descontrolada pueden dar lugar a incidentes y problemas similares en España en «diez o quince años». «Vamos en la misma dirección«, advirtió el presidente de Vox, apuntando a la situación de nuestro vecino del norte.
Los disturbios en Francia, que estallaron tras la muerte de Nahel M., de 17 años, a manos de la policía, han avivado el debate sobre la violencia policial y la integración de inmigrantes. Según Vox, la mayoría de los manifestantes, de ascendencia inmigrante, forman una «turba antieuropea» que, a pesar de tener la nacionalidad francesa y haber vivido siempre en territorio francés, «no se siente francesa».
Jorge Buxadé, vicepresidente político de Vox y líder del grupo en el Parlamento Europeo, profundizó en esta idea: «La condición de miembro de una Nación no es un documento de identidad».
Vox ha criticado enérgicamente a Macron, a quien acusan de mantener un estudiado silencio y no mencionar los verdaderos factores que han radicalizado las protestas. La estrategia de Vox es clara: alertar sobre el «fracaso» de las «fronteras abiertas» y apostar por una «inmigración legal, controlada, adaptada» a las necesidades de España para evitar que nuestro país sea el próximo en esta lista.
El partido de Santiago Abascal ha usado el caso francés para resaltar la inseguridad en las calles, la desprotección de ciertos barrios y el peligro que supone la inmigración sin control en nuestro país. Abascal sostiene que «Solo Vox se acuerda de que hay españoles que están sufriendo el disparate migratorio avalado por todos los partidos».
El debate migratorio ha sido un recurso habitual en las grandes campañas de Vox, que ha destacado la carga financiera de los inmigrantes en situación irregular sobre el sistema público. La insistencia de Vox en la defensa de la integridad de la nación y la soberanía nacional resulta refrescante en un panorama político que parece haber olvidado estos principios.