Como sacado de un episodio de Los Simpson, donde el villano, el señor Burns, intenta ocultar el sol, ahora resulta que Biden, el actual presidente de Estados Unidos, parece estar tanteando la misma idea. La administración de Biden, haciendo oídos sordos a las advertencias de la Comisión Europea, ha mostrado su interés en alterar los sistemas del planeta para bloquear la luz del sol y, según ellos, ‘salvar’ al mundo.
El pasado viernes, la Casa Blanca publicó un informe que refleja el entusiasmo de la administración Biden por explorar métodos de «geoingeniería» para tapar el sol. Esta propuesta llega tras las recientes advertencias de la Comisión Europea acerca de las «consecuencias imprevistas» de intervenciones tan drásticas para frenar el ‘cambio climático’.
El informe declara: «Un programa de investigación sobre las implicaciones científicas y sociales de la modificación de la radiación solar (SRM) permitiría tomar decisiones mejor informadas sobre los posibles riesgos y beneficios de la SRM como parte de la política climática, junto con los elementos esenciales de la mitigación y adaptación de las emisiones de gases de efecto invernadero«.
La Casa Blanca añadió que «La SRM ofrece la posibilidad de enfriar el planeta de forma notable en tan solo unos pocos años«. Un poder peligroso en manos de aquellos que juegan a ser dioses con la Tierra.
Siguiendo las advertencias de la Comisión Europea, es inquietante que, en medio del calentamiento global acelerado, se esté prestando más atención a las intervenciones a gran escala y deliberadas en los sistemas naturales de la Tierra, como la modificación de la radiación solar. Los riesgos, impactos y consecuencias no deseadas de estas tecnologías están poco claros, y las normas, procedimientos e instituciones necesarios aún no se han desarrollado.
Las tecnologías de geoingeniería, como bloquear los rayos del sol con partículas artificiales para luchar contra el ‘cambio climático’, suponen nuevos riesgos para las personas y los ecosistemas. Además, podrían aumentar los desequilibrios de poder entre los países, desencadenar conflictos y plantear multitud de cuestiones éticas, legales, de gobernanza y políticas.
Los intentos megalómanos de alterar los patrones climáticos globales podrían causar daños tremendos, y resulta espeluznante que la administración Biden quiera explorar esta tecnología. Por el bien de la biodiversidad y la agricultura a nivel mundial, es crucial que consideremos los riesgos antes de embarcarnos en tal aventura.
La idea de manipular a la Madre Naturaleza en nombre de la «salvación» es preocupante. ¿Es este realmente el camino que debemos seguir? Las lecciones de la historia y el sentido común deberían enseñarnos a respetar, en lugar de manipular, los delicados equilibrios de nuestro planeta.