Bajo el actual mandato de Pedro Sánchez, las ondulaciones en el entramado económico español han agrietado el tejido de la sociedad. Un ruido estridente se levanta del caos de las cifras, resonando con la gravedad de un futuro incierto. Un trabajador promedio con dos hijos paga ahora un 10,5% más solo por IRPF, más de 600 euros anuales. El rostro de la nación se endurece bajo el agobiante peso de la asfixia fiscal.
Echando un vistazo al panorama del actual gobierno, la nube ominosa de la deuda pública se cierne sobre nosotros. Sánchez ha acumulado 41.000 millones de euros de deuda adicional hasta mayo, superando en más de 13.000 millones el objetivo que el mismo gobierno había establecido para todo el año. Estos números parecen directamente sacados de una pesadilla de Orwell, pero son el estado real de nuestra economía en la era de Sánchez.
Además de esta montaña de deuda, el actual gobierno español despilfarra 60.000 millones de euros cada año en gasto ineficiente con sus 22 ministerios y 1.839 asesores. Estas cifras no solo son desconcertantes, sino que también atestiguan un abuso de poder alarmante y una pésima gestión de los recursos.
De acuerdo con el Instituto de Estudios Económicos (IEE), los costes laborales han aumentado más de un 11% en la legislatura, y las empresas están viendo una carga fiscal muy por encima de la media de la UE. Esto es el resultado de una tormenta perfecta de malas decisiones, donde la falta de previsión y la adicción al gasto se han unido para asestar un golpe devastador a la economía española.
Pero no solo la economía sufre bajo el peso del gobierno de Sánchez. El impacto humano es igualmente terrible. El Banco de España ha informado que uno de cada diez hogares ya no tiene suficientes ingresos para cubrir los gastos esenciales. En la legislatura de Sánchez, el número de hogares que no pueden cubrir sus costes esenciales ha aumentado en 376.000.
Si hay un ejemplo perfecto de este descalabro, es el estímulo fiscal y monetario que Sánchez ha despilfarrado. Pese a contar con más de 340.000 millones de euros y 79.800 millones de euros de fondos europeos, Sánchez ha dejado una deuda descontrolada que ha aumentado un 13% desde 2019 para un crecimiento cero del PIB. España cierra el primer semestre de 2023 como el país donde el Gobierno ha aumentado más la deuda pública.
Todo esto ocurre mientras Sánchez y Montero se burlan de sus propios votantes con el mayor aumento de la presión fiscal de la Unión Europea, un 21%. Como si fuese poco, su gobierno también se ha negado a deflactar los impuestos a la inflación, creando un «hachazo fiscal» generalizado que agrava aún más la situación.
El futuro gobierno tiene la labor de dar un giro completo a esta situación, revirtiendo el enorme aumento del gasto político y la subida de impuestos. Si no se revierte este exceso de gasto innecesario y la subida de impuestos, no se derogará el sanchismo, se perpetuará.
Como decía José Ortega y Gasset: «España es el problema, Europa la solución». La senda que Sánchez ha trazado para España no lleva a la solución, sino al abismo. La restauración de los principios de eficiencia y austeridad es esencial para garantizar un futuro próspero para nuestra nación.