«La libertad es el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír», sentenció el gran George Orwell. Como periodista con más de 30 años de experiencia, me enfrento a un escenario en el que cada vez es más difícil decir la verdad sin que la izquierda autoritaria haga todo lo posible por silenciar las voces disidentes.
El mundo entero se encuentra bajo el yugo de la cultura «woke», una corriente que, en nombre de la igualdad y la justicia, impone su visión del mundo y ataca a quienes no siguen sus directrices. La libertad de expresión, un derecho fundamental para cualquier ciudadano, se ve amenazada por esta deriva autoritaria que, bajo la excusa de luchar contra el odio y el racismo, coarta la opinión pública y la diversidad de pensamiento.
La Agenda 2030, presentada como la panacea que salvará al mundo, es en realidad un proyecto en el que los ciudadanos, en especial los de nuestra querida provincia de Alicante y el conjunto de la Comunidad Valenciana, se ven abocados al empobrecimiento y a la pérdida de sus tradiciones. La izquierda, con sus políticas de redistribución de la riqueza, pretende que todos tengamos menos, pero que seamos «felices» en un mundo desprovisto de nuestras raíces culturales y de los valores que nos definen como sociedad.
Defiendo la importancia de la unidad de España, el respeto a nuestras tradiciones y el modelo de familia nuclear, principios que son atacados constantemente por la izquierda en su intento de imponer su ideario. Desde Eco de Libertad, seguiremos siendo una voz crítica en la defensa de nuestras convicciones y en la denuncia de las amenazas que se ciernen sobre nuestra libertad.
La izquierda autoritaria nos quiere callados, temerosos de expresar nuestras opiniones y sumisos ante su visión del mundo. Sin embargo, como católico y defensor de la verdad, me mantengo firme en mis creencias y en la importancia de la libertad de expresión como herramienta para preservar nuestra democracia.
No permitamos que nos arrebaten el derecho a decir lo que no quieren oír, pues es precisamente en la diversidad de opiniones donde reside la riqueza del debate democrático. Es hora de levantar nuestras voces y luchar por el respeto a las libertades fundamentales y los valores que nos han llevado a construir una sociedad próspera y cohesionada.
No nos dejemos engañar por la falsa promesa de un mundo feliz en el que no tengamos nada. Sigamos defendiendo nuestras libertades, nuestras tradiciones y nuestra cultura, y enfrentémonos a la tiranía de la izquierda autoritaria que nos quiere someter. Porque, como decía Orwell, «la libertad es el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír», y no debemos permitir que nos arrebaten ese derecho fundamental.