El presidente en funciones, Pedro Sánchez, ha cruzado un umbral crítico, que amenaza con desgarrar el tejido mismo de nuestra nación. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha dado un paso audaz, alineándose con fuerzas que buscan quebrantar nuestra sagrada unidad nacional.
El escenario fue surrealista: Sánchez expresó su «lealtad, respeto y afecto» hacia la Princesa de Asturias, en el día en que juró la Constitución. No obstante, Santos Cerdán, del PSOE, se había reunido con Carles Puigdemont, prófugo de la Justicia, responsable de un grave desafío a nuestro régimen democrático.
El PSOE, en aparente reconciliación con las instituciones, traiciona a la nación coqueteando con una ley de amnistía, negociada con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), para asegurar la investidura de Sánchez. La posición antimonárquica de ERC, y su alianza con EH Bildu y BNG, revela una verdad incómoda: el PSOE está dispuesto a transigir con los enemigos de la Constitución para aferrarse al poder.
La inconsistencia de Sánchez es ya proverbial. Su disposición para acceder a un pacto que amenaza nuestro pacto de convivencia no solo es incoherente, sino que también socava la confianza pública en la presidencia. La propuesta de amnistía, previamente condenada por el propio Sánchez y once ministros como ilegal, es ahora presentada como una medida benigna.
La realidad es diferente. Este paso no solo carece de apoyo popular y militante, sino que también es un desprecio al marco constitucional y un insulto a aquellos ciudadanos que respetan la ley. La amnistía, posiblemente incluyendo delitos graves como corrupción o terrorismo, es una humillación para el Estado de derecho.
El registro de esta ley de amnistía sería un acto simbólico de destrucción de los valores que una vez hicieron del PSOE un pilar de la democracia española. Este acto de desesperación política tiene implicaciones graves y apunta a una erosión de los principios democráticos.
Ante este escenario, la oposición tiene una responsabilidad crucial. Debe salvaguardar nuestro Estado de derecho y proteger la igualdad entre todos los españoles. Afortunadamente, España posee recursos institucionales robustos para enfrentar este desafío.
Estamos en el umbral de semanas potencialmente tumultuosas. Sin embargo, es imperativo recordar que España ha superado obstáculos antes y emergerá de esta crisis con su democracia intacta.
La apuesta del PSOE por negociar con fuerzas separatistas no solo es una amenaza inmediata para la estabilidad de España, sino también una traición a los principios que han sostenido a nuestra nación. La resistencia contra esta afrenta no es solo deseable, sino absolutamente necesaria para la salvaguarda de nuestra democracia.