Un debate malo donde los haya, para los fanáticos de aquellos que piensan que sus líderes mean Chanel y sus pedos huelen a miel… da igual al final.
Sánchez, impostado, mostró una vez más una cara diferente a lo largo de estos años: nervioso, fuera de lugar y sin control de la situación.
Feijóo, soso donde los haya, simplemente siguió un guión preestablecido, sabiendo que sería el ganador siempre y cuando no metiera la pata ni hiciera alguna «Rajoyada» como las que ha hecho en esta campaña.
Incluso Vicente Vallés y Ana Pastor, el dúo televisivo con menos química de la historia, parecieron los candidatos, con ganas de destacar en algo pero sin lograrlo en nada… Aburrido para aquellos que esperaban cierto nivel en lo que se supone que es lo mejor de nuestro país. Lo mejor de la política, lo mejor del periodismo, lo mejor de la televisión y lo mejor de los mejores.
Fue y será el debate de la vergüenza y el miedo de todos y cada uno de los presentes, y también de los espectadores aunque no lo supieramos.
El debate de la vergüenza
Fue el debate de la vergüenza porque allí estaban dos candidatos y faltaban muchos más… pero sobre todo faltaban los dos socios naturales que apuntan al tercer y cuarto puesto. Hoy en día, la política en nuestro país no se limita a dos, son al menos cuatro.
No encontramos ni un solo criterio objetivo que justificaría tamañas ausencias. Ni Sumar, ni Vox, o lo que es lo mismo, ni Yolanda Díaz ni Santiago Abascal. Precisamente, son las personas que los españoles merecemos y queremos escuchar en el panorama actual. Fue, por tanto, una VERGÜENZA con mayúsculas, impuesta además por los dos partidos políticos que allí estaban en antena con sus líderes enfangados.
El cuarto poder quedó retratado una vez más; es un fantoche en manos de los partidos políticos que hacen y deshacen a su antojo. Vallés y Pastor representan hoy, para su desgracia por ser las cabezas visibles, el periodismo más atrincherado de la historia, el más palmero, el más feo y el más triste. Que el periodismo está muerto era casi una realidad incontestable, que con este debate borra el «casi» y clava el penúltimo clavo en su ataúd. Ni siquiera entramos a valorar el hecho de que los temas, el planteamiento y la puesta en escena los marcan los dos partidos, puesto que lo han hecho siempre, aunque eso no quita que siga siendo una vergüenza.
El debate del miedo
¡Qué lástima de periodismo en España! Vergüenza de partidos, vergüenza de periodismo y vergüenza de los candidatos a la presidencia de España. Sí, su vergüenza viene derivada del miedo. Ni Pedro Sánchez ni Alberto Núñez Feijóo querían tener a su lado ni a Yolanda Díaz ni a Santiago Abascal, y eso se llama… miedo. Los hay que prefieren hablar de cálculos electorales, son los mismos que si ven a un mono con un vestido por la calle hablarán del vestido y no del mono.
Los potenciales votantes de izquierda querían ver a sus delfines en acción y poder comparar entre Díaz y Sánchez; algunos incluso apuntaban que era casi más interesante que el otro debate entre rojos y azules. Y los potenciales votantes de derechas querían ver en acción a Feijóo y Abascal, teniendo la mayoría la sensación de que Don Santiago se iba a llevar por delante a todos o no. Desgraciadamente eso no lo sabremos nunca.
Por tanto, la vergüenza y el miedo nos han impedido a los españoles tener elementos fundamentales para ejercer nuestro voto y aún así lo ejerceremos. Es lo que tiene este bipartidismo del miedo y la vergüenza.
Ahora, la estrategia continúa en la siguiente fase de las elecciones tras el hito del debate que esta escrito hace mucho tiempo. Hasta este hito se había vendido que Sánchez tenía alguna oportunidad (él mismo sabía que no). A partir de ahora Feijóo es líder, ha acabado con Pedro Sánchez y el sanchismo, es el mejor y ha entusiasmado a todos los votantes, incluso de VOX. El objetivo es el que era: llevarlo a la Moncloa sin depender de Santiago Abascal.
Le podríamos decir al señor Abascal que no es personal… pero un poco sí:
1.- Los cambios que quieres para España significan desmontar muchos tinglados y esos cambios no se van a producir. Si hicieras como Albert Rivera y te rindieras sería otra cosa pero como no…
2.- Lo de «derechita cobarde» te lo tienen guardado… mira quiénes van a Murcia a defender lo indefendible… Aznar, Feijóo con López Miras.
Hay quienes dirán que esto son otras cuestiones y debemos responder que son las mismas. Aun así, aceptamos, querido lector, que debemos decir quién ha ganado el debate, objeto de este escrito.
Ganó el que no estuvo en cuerpo presente, pero sí en multitud de silencios y alusiones. Vallés perdió una gran oportunidad para lucirse en el debate, pararlo y llamar a Santiago Abascal para preguntarle si tenía algo que decir… por alusiones.
Es de una falta de educación tan fea hablar de quien no está y no puede defenderse… que me escandalizaría, si no fuera porque vivimos en un país sin principios ni valores. Un país a medida del miedo y la vergüenza.
Por tanto, elijan ustedes. ¿Ganó el que no estuvo o el miedo y la vergüenza?