sábado, 29 junio, 2024

Abandonad toda esperanza

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“Abandonad toda esperanza, quienes aquí entréis”. Esa inscripción es la que aparece en la puerta del infierno en la “Divina Comedia”, y que Dante Alighieri se encuentra al iniciar su periplo al más allá. Algo similar le ha ocurrido al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, al reconocer la realidad en la que se encuentra. «“Ha quedado claro que Ucrania no es miembro de la OTAN. Lo entendemos. Somos gente comprensiva. Durante años hemos escuchado que las puertas estaban supuestamente abiertas, pero ya hemos visto que no podemos entrar”, se lamentaba un resignado Zelenski.

En términos geopolíticos, la mayoria de las veces, las cosas que parecen sencillas no lo son. Solemos tender al maniqueo juego del blanco o negro o bueno y malo, pero en las decisiones del ámbito político existe una amplia gama de grises. No existe intención de hacer de abogado del diablo de Vladimir Putin, ni justificar lo injustificable, pero sí de poner en contexto la situación. La pretensión de Ucrania de coaligarse en la OTAN con la posibilidad de colocar armas nucleares en territorio ucraniano, y que en un hipotético ataque tardarían en llegar a Moscú apenas 5 minutos, quizás no era una buena idea.

Para el politólogo, Zbigniew Brzezinski, en el tablero de la geopolítica existen dos tipos de perfiles a los que él llama “jugadores estratégicos” y “pivotes geopolíticos”. Los “jugadores” son estados con capacidad para ejercer poder o influencia fuera de sus fronteras y alterar la situación en la política a nivel internacional. Estos “jugadores estratégicos” son países importantes y poderosos. Los “pivotes” son estados que deben su relevancia a su situación geográfica, lo que les permite restringir o condicionar el acceso de otros países a recursos como materias primas y lugares estratégicos. Ucrania se encuentra en el grupo de los segundos y eso la convierte en un importante punto geoestratégico.

Baste recordar la crisis de los misiles de Cuba, aquel conflicto entre Estados Unidos, la Unión Soviética y Cuba en octubre de 1962, generado a raíz del descubrimiento por parte de EEUU de bases de armas nucleares de origen soviético en la isla regentada por Fidel Castro. La administración Kennedy denunció la presencia de misiles y advirtió que todo ataque desde la isla sería respondido como si fuera un ataque soviético, y con el fin de impedir la entrada de más armamento se desplegó el bloqueo marítimo a Cuba a través del patrullaje de buques estadounidenses, al mismo tiempo que se exigía de manera enérgica el retiro de los misiles. La tensión alcanzó su máximo nivel cuando buques soviéticos protegidos por submarinos se acercaron a la zona de bloqueo. El Pentágono declaró el estado de DEFCON2, paso previo a la guerra. Sin embargo, la mayoria de los buques soviéticos giraron proa en dirección contraria y otros echaron el ancla alejados de dicha línea. La postura firme de la Casa Blanca obligó al dirigente de la URSS, Nikita Kruschev, a ordenar la retirada de sus barcos. Aunque pudiera parecer un fracaso para la Unión Soviética, en cambio supuso un punto de inflexión para una negociación donde se alcanzaron acuerdos sobre aspectos que amenazaban áreas de influencia y seguridad territorial de la URSS. El retiro de los misiles de Cuba quedó condicionado al desalojo de las armas nucleares en Turquía por parte de los Estados Unidos, y la promesa de estos de no volver a atacar Cuba.

Quizás, y subrayo solo quizás, si Ucrania hubiera asumido su papel en el tablero geopolítico manteniendo su neutralidad, se habrían ahorrado una guerra dentro de sus fronteras con la consiguiente e irreparable pérdida de vidas. Si, también quizás se me olvida mencionar la soberanía de los estados y todos esos cuentos para niños. Pero la triste realidad es que no existe en el planeta un sólo país cuya soberanía sea completa. Ningún estado puede mover sus escaques en el tablero geopolítico sin atenerse a las consecuencias, y siendo un «pivote geopolítico» tristemente aún menos. Asumámoslo, la realidad en el siempre inestable equilibrio de las relaciones internacionales es la que es, y vivir en el barrio de la piruleta, calle de la gominola no hace que eso la cambie.

El ideólogo de la Revolución rusa, Karl Marx, escribió que: “La historia se repite dos veces; la primera como una gran tragedia, la segunda como una miserable farsa”. Mark Twain con un mayor sentido del humor dijo: “la historia no se repite, pero rima”.

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