El juego del poder en las próximas elecciones parece no tener límites. Santiago Abascal, presidente de Vox, ha salido a la palestra, y su objetivo no es otro que el Partido Popular. En una reciente entrevista con Canal Sur Radio, Abascal ha acusado al PP de «aparecer con la recortada», exigiendo que Vox entregue sus votos a la candidata de Extremadura, María Guardiola, «por su cara bonita», a la vez que contribuye a la «demonización de Vox».
En sus propias palabras, «El PP no derogará el sanchismo si no es por la presión de Vox. Ya lo vimos con Rajoy, que prometió derogar las leyes de Zapatero y no cambió ninguna». Una afirmación categórica que debería resonar en las salas de reuniones de todas las formaciones políticas, alertando sobre la importancia de considerar seriamente las posturas de Vox.
A menudo se nos recuerda que las acciones hablan más que las palabras, y para Vox, la reciente conducta del PP es una indicación clara de la falta de reciprocidad. Recordando el acuerdo de investidura que otorgó el poder a Juanma Moreno en Andalucía en 2019, Abascal expresó su decepción con lo que percibió como una traición por parte del PP, acusando al partido de ser «muy desagradecido» y «deleal».
El líder de Vox sostiene que la negativa del gobierno de Moreno a derogar la Ley de la Memoria Histórica de Andalucía es una prueba más de que «hay que estar en el gobierno para aplicar nuestras políticas«. Un mensaje claro de que Vox no está dispuesto a sentarse a un lado mientras se toman decisiones que chocan con su ideología.
Refiriéndose al escenario en Extremadura, donde el PP parece estar dispuesto a agotar el tiempo para forzar una repetición electoral, Abascal fue contundente: «No estamos dispuestos a ser «el coche escoba del PP»». El líder de Vox argumenta que algunos creen que pueden insultar y demonizar a su partido, y luego exigir su apoyo en las urnas. «Nosotros hemos venido a construir una alternativa y no a sostener el socialismo azul de Extremadura«, afirmó.
La actitud cautelosa de Vox hacia los acuerdos futuros con el PP no es un caso aislado de Extremadura. En las palabras de Abascal, «Se ha sacrificado la alternativa en Extremadura por un interés de política nacional«, indicando que las «órdenes desde Génova» han impedido alcanzar un acuerdo.
En cuanto a las negociaciones en otras regiones donde el PP necesita los votos de Vox, Abascal ha confirmado que están abiertos a la negociación. Por ejemplo, en Baleares, donde Vox ha logrado la presidencia del Parlamento en un acuerdo marco, la participación en el gobierno no es una demanda ineludible, ni una renuncia.
Finalmente, Abascal aclaró que su modelo «óptimo» de acuerdo es similar al de Castilla y León y la Comunidad Valenciana, aunque reconoció que no tienen la misma influencia en todas las regiones para exigir la formación de gobierno. Añadió que no confía en el «socialismo azul de Extremadura», pero reconoció que los PP de Extremadura y Valencia «son muy diferentes».