En un arrebato de arrogancia y desconocimiento, un turista británico ha profanado una de las joyas arqueológicas y patrimoniales más valiosas del mundo: el Coliseo de Roma. Este joven, sin tener en cuenta la riqueza histórica y cultural que representa el monumento, grabó su nombre en las paredes milenarias del edificio, lo que ha causado un gran revuelo y merecido repudio.
Tras su acto vandálico, el joven, conocido como Dimitrov, ha enviado una carta a la Fiscalía de Roma para disculparse por haber causado daño al «patrimonio de toda la humanidad». Sin embargo, tal acción no exime de las posibles consecuencias legales, ya que Dimitrov podría enfrentarse a una multa de entre 2.500 y 15.000 euros, e incluso hasta cinco años de prisión si es condenado.
Las palabras del abogado Alexandro Maria Tirelli, presidente de las Salas Penales Internacionales, reflejan claramente la gravedad de la situación. En declaraciones a ‘Il Messaggero’, el jurista calificó al turista como un «prototipo de extranjero» que cree que «todo está permitido en Italia, incluso el tipo de acciones que serían severamente castigadas en su país de origen». Añadió que se espera llegar a un acuerdo con el fiscal Nicola Maiorano para la aplicación de una sentencia «contenida y justa».
Dimitrov, junto con otro joven, se encuentra bajo investigación de la Fiscalía de Roma por dañar un bien cultural. Sin embargo, los dos abandonaron Italia antes de que las autoridades pudieran encontrarlos, regresando «tranquilamente» a Inglaterra.
El ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano, calificó el acto de Dimitrov como «ofensivo para todos los que aprecian el valor de la arqueología, los monumentos y la historia en todo el mundo».
Las disculpas de Dimitrov, según los medios locales, están dirigidas en especial al Ayuntamiento de Roma, que con «dedicación, cuidado y sacrificio» custodian el «inestimable valor histórico y artístico del Coliseo».
Desafortunadamente, este no es un caso aislado. Ya en 2014, un turista ruso fue condenado a cuatro meses de prisión y a pagar una multa de 20.000 euros por vandalizar el anfiteatro romano. La repetición de estos hechos resalta la necesidad de un mayor respeto por el patrimonio cultural global.